BLOQUE III. SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA

El actual modelo económico canario, basado en el turismo de volumen y la extracción de recursos, ha mostrado sus límites en términos de resiliencia y equidad.

 

Frente a esta realidad, el tercer bloque propone reorientar la economía hacia la soberanía alimentaria, la revalorización del sector primario, el fomento de empleos dignos y el desarrollo de un turismo contenido.

 

Se trata de fortalecer la producción local (agricultura ecológica, pesca artesanal), impulsar la economía social y colaborativa, y repensar el modelo turístico para que revierta sus beneficios de forma equilibrada en la comunidad.

 

Estas medidas persiguen no solo la creación de empleo estable y la diversificación económica, sino también el respeto al entorno y el refuerzo de un círculo virtuoso donde la prosperidad económica vaya de la mano de la sostenibilidad ambiental y la justicia social y territorial.

El sector primario en Canarias vive una etapa crítica marcada por el abandono, la pérdida de relevancia económica y la falta de adaptación a los nuevos retos globales. De haber sido el principal sustento del Archipiélago, empleando a más de la mitad de la población a mediados del siglo XX, hoy apenas representa el 2 % del empleo, mientras el 85 % se concentra en el sector servicios, especialmente el turismo.

 

La desagrarización del territorio responde a múltiples causas: dependencia alimentaria exterior, encarecimiento del agua, falta de relevo generacional, trabas administrativas y una planificación territorial que no protege el suelo agrícola. Más del 60 % de la superficie cultivable está abandonada y el autoabastecimiento apenas llega al 10 %. Además, la agricultura de exportación —como el plátano— y la ganadería intensiva han desplazado los modelos locales, mientras la pesca artesanal se ve amenazada por la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático.

 

Frente a este panorama, surge la necesidad de un nuevo modelo productivo basado en la soberanía alimentaria, la sostenibilidad ecológica y la revitalización del medio rural. Las propuestas priorizadas se articulan en cinco ejes estratégicos: garantizar el acceso a la tierra, reorientar las ayudas hacia la agricultura local y diversificada, aplicar políticas fiscales que favorezcan el producto canario, crear reservas pesqueras insulares y promover la formación en agroecología y soberanía alimentaria.

 

Estas medidas buscan no solo reactivar el sector primario, sino también equilibrar el territorio, proteger el paisaje, empoderar a las comunidades rurales y asegurar el derecho de la población a una alimentación sana, local y justa. En definitiva, un paso hacia un modelo más resiliente, autosuficiente y alineado con los principios del Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030.

Canarias atraviesa un momento decisivo. Su fuerte dependencia del turismo como motor económico ha generado desequilibrios profundos: vulnerabilidad ante crisis externas, desigualdad, deterioro ambiental, dificultades de acceso a vivienda y agua, pérdida de diversidad productiva y precariedad laboral, especialmente en sectores feminizados. Este modelo limita la resiliencia económica y perpetúa dinámicas de exclusión y pobreza.

 

En un contexto global de crisis climática y agotamiento de recursos, mantener un sistema económico basado en la dependencia, el extractivismo y el crecimiento ilimitado resulta insostenible e injusto.

 

Ante esta realidad, se plantea una transición ecosocial justa para Canarias, que sitúe la sostenibilidad ambiental, el bienestar colectivo y la justicia social en el centro del modelo económico. Este proceso debe ser participativo, adaptado a la diversidad insular y construido desde lo local hacia lo regional.

 

Las cinco propuestas priorizadas marcan el camino hacia una transformación estructural del modelo económico, orientada a fortalecer la soberanía, diversificar la economía, crear empleo digno y garantizar un desarrollo basado en el bienestar de las personas, la equidad intergeneracional y la sostenibilidad de los territorios insulares.

Canarias batió en 2024 su récord turístico con 18 millones de visitantes, de los cuales 15 millones fueron extranjeros. El turismo representa más del 35 % del PIB y más del 40 % del empleo del Archipiélago, situando a Canarias entre los principales destinos del capitalismo turístico global. Sin embargo, esta dependencia extrema convierte al turismo en un monocultivo económico que condiciona el conjunto de la vida social, ambiental y territorial de las islas.

 

La expansión del turismo ha ido más allá de las zonas tradicionales de sol y playa, extendiéndose a ciudades, barrios, zonas rurales y espacios naturales. Este proceso de turistificación generalizada ha generado graves impactos: pérdida de biodiversidad y paisaje costero, aumento de residuos, encarecimiento de la vivienda y creciente desigualdad social. A pesar de los beneficios que produce, Canarias sigue liderando las tasas de desempleo y mantiene uno de los niveles más bajos de inversión social por habitante.

 

Ante esta situación, se propone una transición hacia la desturistificación de la economía canaria, entendida como un proceso progresivo de diversificación productiva que reduzca la dependencia del turismo, fortalezca otros sectores sostenibles y devuelva equilibrio al territorio y bienestar a la población. Esta transición debe ser planificada, gradual y justa, orientada a construir un nuevo modelo económico más resiliente, equitativo y respetuoso con los límites ecológicos del Archipiélago.